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Entre el cielo y el infierno
El ser humano nace con la necesidad de creer en algo superior, en algo que lo exceda, ya sea un Dios, Maestros, Arcángeles o la energía en la que cada uno elija creer.
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Tal vez sea por el miedo a saber que hay después de esta vida, la ansiedad de que esta no se termine, o la esperanza a que algo cambie.
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Y dentro de este contexto de diferentes creencias y adoraciones, existen esas personas que buscan llegar al cielo, a la salvación o al lugar que más te guste.
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Viven sus palabras y costumbres de domingos, con fechas y rezos especiales, buscando de alguna forma asegurarse una especie de pasaje hacia un lugar celestial.
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Creer en un dios, descargar pensamientos en oraciones y alabanzas, cantar, respirar, escuchar y reflexionar son grandes herramientas positivas para ganar tranquilidad, aliviar el stress y sus repercusiones físicas sobre nuestras diferentes estructuras (músculos, sistema digestivo, descanso, etc).
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Pero que existe entre ese cielo y la vida de todos los dias?
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Buscas la eternidad, pero no confías en lo infinito de decir gracias o mirar a los ojos, y en esa sensación que vuelve hacia vos por haber sido gentil, amable, que a su vez te llenara de dopamina por haber decidido ser honestamente cordial.
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Buscas la paz, pero tu enojo esta siempre a flor de piel haciéndote daño a vos y al que te rodea, liberando picos de cortisol y adrenalina, degastando tu sistema inmune, mal funcionando tu sistema digestivo.
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Cantas por amor, pero tus palabras hacia tus seres queridos carecen de buenas intenciones y están llenas de egoísmo, y así te alejas de ese abrazo o beso que inundara tu cuerpo de oxitocina y todas sus funciones saludables.
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Tu templo es sagrado y de misericordia, pero a tu cuerpo le cuesta de sobremanera sonreírle o ayudar a un extraño, tampoco te sonreís a vos mismo, dándote esa caminata al sol permitiéndote perder el tiempo, dejando que tu cuerpo en movimiento fluya, mejorando la oxigenación a tus tejidos, ganando mejor calidad de sueño, cuidando así ese lugar en donde vivís todos los dias, tu cuerpo.
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Como desde hace pocos miles de año, nuestro cerebro nos enferma por pensar excesivamente en el futuro o remitirse constantemente al pasado.
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Y así vas en busca del cielo,
Pero a donde se viven tus infiernos?
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Tal vez sea acá en la tierra, en tus pasos con falta de empatía, amabilidad, rechazo, rencor, egoísmo, que como siempre, no solamente daña a los demás, sino también a vos mismo.
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Entonces, donde estas hoy? Entre el cielo o el infierno?
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